Hablamos de la fractura vertebral lumbar por negligencia médica

fractura vertebral l1 por negligencia

¿Fue realmente solo un tirón muscular?

Hace años te caíste, levantaste peso mal o simplemente te despertaste con dolor de espalda. El médico te dijo que era contractura muscular o lumbago. Te recetó analgésicos, reposo, y listo. Pero el dolor nunca pasó. O empeoró. Y años después, descubriste que en realidad tenías una fractura vertebral que nadie diagnosticó.

Esto no es raro. Más de lo que crees.

Las fracturas vertebrales lumbares son frecuentes, especialmente en personas mayores de 50 años con osteoporosis. Pero el problema real es que muchas se diagnostican tarde, se tratan mal, o directamente se pasan por alto. Y cuando eso sucede en un hospital o clínica, estamos hablando de negligencia médica.

Este artículo está hecho para ti si:

  • Tuviste un accidente o caída y nunca te hicieron pruebas de imagen
  • Pasaste semanas o meses con dolor sin un diagnóstico claro
  • Te operaron y las cosas empeoraron en lugar de mejorar
  • Ahora tienes secuelas que te limitan la vida

Vamos a ayudarte a entender qué pasó, cómo identificarlo, y qué puedes hacer al respecto.

¿Qué es una Fractura Vertebral Lumbar?

La columna vertebral es como un edificio: está formada por bloques de hueso llamados vértebras, apilados uno encima de otro. En la zona baja de la espalda —la región lumbar— hay 5 vértebras que soportan la mayor parte de tu peso corporal.

Una fractura vertebral lumbar es cuando uno de estos bloques de hueso se rompe. Puede ocurrir por un golpe directo tras una caída o accidente, por compresión cuando cargas peso excesivo en la espalda, o simplemente por debilidad ósea causada por la osteoporosis, cáncer o ciertos medicamentos que debilitan los huesos.

Lo importante es esto: no siempre se notan igual. Algunas fracturas causan dolor inmediato e insoportable, el que te obliga a ir al hospital gritando. Otras son silenciosas al principio, y solo te das cuenta cuando pasan semanas y el dolor persiste sin explicación lógica. Esa es la trampa. Ese dolor «raro» que no mejora con descanso ni analgésicos normales es exactamente lo que muchos médicos ignoran o malinterpretan.

Y ahí es donde empieza el problema real. Si el médico no sospecha una fractura, no pide una radiografía o TAC. Si no la pide, no ve la fractura. Si no la ve, no la trata. Y si no se trata en el momento adecuado, se complica. La vértebra sigue colapsándose, los nervios se comprimen, y lo que pudo haberse resuelto en 8-12 semanas de reposo y ortesis se convierte en un problema crónico que te acompaña de por vida.

hombre mayor con fractura vertebral

Tipos de fracturas vertebrales lumbares

Las vértebras lumbares tienen un código que los médicos usan: L1, L2, L3, L4, L5. La «L» significa lumbar y el número indica su posición de arriba a abajo en la región baja de tu espalda. Cada una tiene un rol diferente, soporta fuerzas distintas, y cuando se fracturan, las consecuencias varían.

Fractura L1: La Más Alta y Peligrosa

La vértebra L1 es la más alta de la región lumbar, la primera que recibe todo el peso de la parte superior del cuerpo. Es como la piedra angular de un arco: si falla, todo tiembla. Una fractura L1 suele ser seria porque está muy cerca de órganos importantes y nerviosos críticos.

Si tuviste una fractura L1, probablemente sentiste un dolor intenso en la parte media-baja de la espalda, especialmente al inclinarte hacia adelante o hacia los lados. La zona se vuelve rígida, como si llevases un corsé invisible que te impide moverte con naturalidad. En muchos casos, una fractura L1 causa limitación severa del movimiento casi de inmediato.

Lo más peligroso de una fractura L1 y sus consecuencias es el riesgo de cifosis, que es cuando la espalda se curva excesivamente hacia adelante, como una joroba. Además, los nervios que pasan cerca de L1 pueden comprimirse, causando dolor irradiado hacia las piernas, debilidad muscular, o incluso afectación del control de vejiga. Por eso una fractura aquí no es nada que pueda ignorarse.

Fractura L4: La Más Común en Caídas

La vértebra L4 está casi al final de la columna lumbar, en esa zona que ves justo por encima de las caderas. Es muy frecuente que se fracture en caídas desde altura, en accidentes de tráfico, o en personas con osteoporosis avanzada que simplemente se resbalan.

Las consecuencias de fractura L4 son distintas a L1 porque L4 está más baja. El dolor suele ser localizado en la zona baja de la espalda, pero muy intenso. Afecta más a la capacidad de mantenerte erguido y de caminar. En casos graves, los nervios que controlan vejiga e intestino pasan cerca, así que una fractura complicada aquí puede causar pérdida de control de esfínteres, que es una emergencia médica.

Lo insidioso de una fractura L4 es que a veces parece «no tan grave» en un primer momento, especialmente si el colapso de la vértebra es parcial. Algunos médicos la ven en radiografía y piensan «bueno, es solo compresión, reposo y listo». Error. Sin seguimiento y tratamiento adecuado, una fractura L4 puede degenerar rápidamente y dejar secuelas permanentes.

Fractura L5: La Última y la Más Frágil

La vértebra L5 es la última de la región lumbar, justo encima del sacro (ese hueso triangular en la base de tu columna). Es la vértebra más «expuesta» a fuerzas de cizallamiento y rotación, lo que la hace especialmente vulnerable a fracturas traumáticas.

Las consecuencias de fractura L5 tienden a ser severas porque L5 aguanta el peso de todo lo que hay arriba y transmite fuerzas hacia la pelvis. Si se fractura, el dolor es típicamente irradiado hacia las nalgas y piernas, a menudo en forma de ardor o hormigueo. Caminar se vuelve difícil, a veces casi imposible sin ayuda.

Lo complicado de una fractura L5 y sus consecuencias es que hay mucho riesgo de daño neurológico importante. Los nervios que salen de L5 controlan gran parte de la pierna y el pie. Si se comprimen, puede haber debilidad severa, imposibilidad de levantar el pie (lo que hace tropezar), o pérdida de sensibilidad. Las secuelas a largo plazo, si no se trata adecuadamente, pueden ser incapacitantes.

Las diferentes formas de una fractura

Más allá de cuál sea la vértebra, importa también cómo está rota. No todas las fracturas son iguales:

Una fractura por compresión es cuando la vértebra se aplasta pero mantiene cierta estructura ósea. Es la más común en osteoporosis y a veces puede manejarse conservadoramente. Sin embargo, si se diagnostica tarde, la compresión puede ser tan severa que ya no recupere su forma.

Una fractura por aplastamiento es mucho más grave: la vértebra pierde más del 50% de su altura original. Esto es traumático de verdad, y usualmente requiere intervención quirúrgica porque el colapso es tan severo que comprime nervios y médula espinal.

Una fractura bicóncava es rara pero insidiosa: la vértebra se deforma en ambos lados, como un reloj de arena, y puede parecer «no tan grave» en radiografía, pero causa dolor persistente y alto riesgo de complicaciones neurológicas.

Una fractura traumática es rotura completa por un golpe directo violento: accidente de coche, caída desde mucha altura, aplastamiento. Estas son urgencias médicas claras que cualquier médico debería ver como tales. Si se confunden con «lumbago» es negligencia pura.

un tac o rmn de fractura vertebral

Secuelas de fractura de vértebra lumbar: el precio real

Aquí viene la parte que duele. Y no solo porque literalmente duele.

Si tuviste una fractura vertebral lumbar que no fue diagnosticada rápidamente, o que fue tratada mal, o simplemente abandonada sin seguimiento, lo que viene después puede cambiar tu vida. Hablamos de secuelas de fractura de vértebra lumbar, y varían mucho según qué fractura tuviste, cuándo se detectó, y cómo se trató.

Las secuelas en los primeros meses son intensas. El dolor es el primero y el más obvio: no es el dolor de espalda normal que mejora con descanso. Es un dolor constante, punzante, que te despierta por la noche, que te impide ponerte zapatos o recoger algo del suelo. La rigidez te acompaña todo el día. Tu espalda se queda congelada en cierta posición, como si tuviese un corsé de hormigón. Intentas moverte y cada gesto es una batalla.

Luego viene la pérdida de altura y deformidad postural. Cuando una vértebra se colapsa, literalmente pierdes centímetros. No es cosa menor. A algunos pacientes les ocurre que van encorvándose progresivamente sin entender por qué, hasta que descubren que tienen múltiples fracturas vertebrales que se fueron comprimiendo. La columna se curva hacia adelante (lo que los médicos llaman cifosis), y ahora caminas encorvado. Tu ropa te queda rara. Te miras en el espejo y no te reconoces.

Pero lo más peligroso es lo que no ves: el daño neurológico. Los nervios que salen de tu columna vertebral pueden comprimirse si la fractura es severa o si la vértebra sigue colapsándose sin tratamiento. Cuando eso ocurre, no solo duele más. Aparece el hormigueo en las piernas, la sensación de ardor, la debilidad muscular que te hace tropezar sin razón. En casos graves, algunos pacientes pierden control de vejiga e intestino, una complicación que requiere intervención médica urgente y que define la línea entre una fractura complicada y una emergencia real.

Pasados los primeros meses, si la fractura no ha mejorado o ha empeorado, la vida se convierte en una lucha diaria. Hay pacientes que desarrollan lo que los médicos llaman síndrome de espalda fallida: dolor crónico persistente que no mejora con ningún tratamiento, a menudo resultado de cirugía inadecuada o de años de fractura sin tratamiento. Otros sufren degeneración secundaria: como la vértebra fracturada ha perdido altura y estabilidad, las vértebras de arriba y debajo cargan más peso del que deberían, y acaban fracturándose o degenerándose también. Entramos en un círculo vicioso: una fractura causa otra, que causa otra.

El impacto funcional es brutal. No puedes trabajar si tu trabajo exige estar de pie, caminar, levantar peso, o incluso estar sentado prolongadamente. Muchos pacientes quedan en incapacidad laboral temporal, y algunos se quedan con incapacidad permanente. Tu vida social desaparece: no puedes ir de compras, no puedes pasear, no puedes jugar con tus nietos. Actividades que daba por sentadas —como cocinar, hacer la cama, ducharme sin ayuda— se vuelven hazañas heroicas o directamente imposibles.

Y luego está lo psicológico. El dolor crónico no es solo físico. Es mental. Muchos pacientes con secuelas de fractura vertebral lumbar desarrollan depresión y ansiedad. Pasan de ser personas activas a estar limitadas. Sienten que su cuerpo las traicionó. Y si la negligencia médica fue la causa, viene la rabia, la frustración de saber que pudo evitarse.

Las complicaciones degenerativas aparecen meses o años después. La osteoartrosis acelera en la zona de la fractura. La inestabilidad vertebral hace que se deteriore el disco intervertebral. Fracturas recurrentes son comunes si la osteoporosis no se trató. Y todo esto lleva a más dolor, más limitación, más dependencia.

Lo peor es que, si se hubiese diagnosticado en el momento correcto, la mayoría de estas secuelas de fractura de vértebra lumbar se habrían podido evitar o minimizar enormemente. Una fractura que se trata en las primeras 2-3 semanas con reposo, ortesis y fisioterapia tiene excelentes probabilidades de cicatrizar correctamente. Pero una fractura diagnosticada 6 meses después, cuando ya se ha colapsado completamente y causado daño neurológico permanente, es otra historia completamente distinta.

Señales de alerta: ¿Qué pudo haber ido mal?

Aquí es donde tienes que convertirte en investigador de tu propia historia clínica. Porque si hay negligencia, probablemente ya ha dejado rastros. Lo difícil es saber qué buscar.

Negligencia en el diagnóstico: el error más común

El error más frecuente es también el más devastador: el diagnóstico tardío o incorrecto de la fractura. Imagina este escenario que se repite constantemente en urgencias: llegas al hospital tras una caída. Te duele mucho la espalda. El médico te ve durante diez minutos, te pide que te toques los dedos de los pies, te presiona la espalda con dos dedos, y ya está: «Es contractura, tómate paracetamol y reposo». Te da el alta. Nadie pidió radiografía. Nadie pidió TAC. Simplemente se asumió.

Pasas una semana, el dolor no mejora. Pasas dos semanas. Pasas un mes. Finalmente, te desesperas y vas a otro hospital, o tu médico de cabecera insiste en hacer pruebas. Y entonces aparece: la fractura vertebral que llevaba ahí desde hace semanas, ya colapsada, causando daño que podía haberse evitado.

La pregunta clave es: ¿hubo un evento traumático documentado? Si tuviste una caída, un accidente, recibiste un golpe directo en la espalda, eso debe quedar registrado. Si está registrado y el médico no pidió pruebas de imagen después, eso es negligencia. La lex artis, la buena práctica médica, establece claramente que ante un trauma en espalda, especialmente en personas mayores de 50 años o con osteoporosis conocida, hay que descartar fractura con radiografía o TAC. No hacerlo es un error médico fundamental.

Pero hay otro aspecto insidioso del diagnóstico negligente: cuando los síntomas son más sutiles. Algunos pacientes con fractura no tienen un «evento» claro. Simplemente se despertaron un día con dolor, o levantaron algo mal. El médico ve dolor de espalda y piensa automáticamente en contractura muscular. Pero si ese dolor persiste sin mejoría durante más de dos o tres semanas, si es más intenso de lo normal, si viene acompañado de síntomas neurológicos (hormigueo, debilidad), entonces hay que profundizar. No hacerlo es negligencia por omisión.

Pregúntate: ¿Cuánto tiempo pasó entre tu primer síntoma y el diagnóstico de fractura? Si fueron semanas o meses, ¿se pidieron pruebas de imagen en ese tiempo? Si la respuesta es «no», probablemente hay negligencia.

fisioterapia para tratar una fractura vertebral

Negligencia en el tratamiento: la decisión equivocada

El segundo tipo de negligencia ocurre cuando se trata mal la fractura, incluso después de diagnosticarla.

Aquí entra en juego la sobremedicación quirúrgica. Muchas fracturas vertebrales pueden tratarse conservadoramente: reposo, ortesis (un corsé especial que estabiliza la columna), analgésicos, y fisioterapia. La medicina basada en evidencia es clara: la cirugía debe ser última opción, no primera. Pero hay hospitales, especialmente clínicas privadas con incentivos económicos, que tienden a operar rápido.

Te diagnostican fractura el martes. El jueves estás en quirófano. Nadie intentó conservador. Nadie te explicó que podrías probar reposo primero. Simplemente: «Necesitas cirugía». Ese es un error médico grave, porque expones a un paciente a riesgos quirúrgicos innecesarios (infección, complicaciones anestésicas, daño neurológico iatrogénico) cuando el problema podría haberse resuelto sin operar.

Pero hay más. Una vez que se decide operar, la ejecución técnica es crucial. En una vertebroplastia o cifoplastia (procedimientos donde se inyecta cemento óseo en la vértebra fracturada), hay riesgos reales: fuga de cemento hacia nervios o vasos sanguíneos, infección, fractura recurrente. Si el cirujano es inexperto o negligente, estos riesgos se multiplican.

O en una artrodesis vertebral (donde se fusionan vértebras con tornillos y barras), la colocación debe ser exacta. Un tornillo mal posicionado puede comprimir un nervio, causando parálisis. Una barra mal colocada puede causar inestabilidad. Si ves en tu informe quirúrgico que hubo «complicaciones técnicas» o «mala colocación de instrumentación», eso es negligencia quirúrgica.

Pregúntate: ¿Se intentó tratamiento conservador antes de operar, y cuánto tiempo? ¿Se te explicó claramente por qué necesitabas cirugía? ¿Tienes consentimiento informado detallado que mencione riesgos específicos? ¿Surgieron complicaciones postoperatorias graves?

Negligencia en el seguimiento: el abandono

Un error que suele pasar desapercibido es la falta de seguimiento adecuado. Algunos pacientes reciben tratamiento inicial (conservador o quirúrgico), pero luego nadie los revisa.

Te operan. Te dan el alta. Te dicen «reposo, no hagas esfuerzo». Y punto. Nadie te ve en una semana. Nadie te pide radiografía de control en un mes para verificar que la fractura está cicatrizando. Nadie te deriva a fisioterapia. Nadie te evalúa para descartar complicaciones neurológicas. Si el dolor aumenta o aparecen síntomas nuevos, ¿a quién llamas? No hay seguimiento.

Resultado: la fractura empieza a colapsar más de lo esperado. Aparece infección posquirúrgica que no se detecta. Se desarrolla daño neurológico silenciosamente. Y cuando finalmente vuelves a ver al médico tres meses después, todo está más complicado.

Pregúntate: ¿Tuviste citas de seguimiento regulares tras el tratamiento? ¿Se hicieron radiografías de control? ¿Te derivaron a fisioterapia? ¿Alguien evaluó tu progreso neurológico?

Falta de evaluación del riesgo: la negligencia previa

A veces la negligencia ocurre antes incluso de la fractura. Si eras una persona con osteoporosis conocida, o edad avanzada, o estabas tomando glucocorticoides (que debilitan huesos), tu médico debería haber sido más cuidadoso contigo. Si sufriste una caída en un hospital, debería haberse evaluado tu riesgo de caídas y haberse tomado precauciones especiales.

En algunos casos, la propia negligencia del hospital causa la fractura. Un enfermero que te manipula bruscamente. Una caída en el baño del hospital porque no te pusieron barras de seguridad. Un transporte inadecuado. Eso es negligencia que causó directamente el daño, y es especialmente grave.

Pregúntate: ¿El hospital o tu médico sabía que tenías riesgo de fractura? ¿Se tomaron precauciones? ¿La fractura ocurrió dentro del hospital o poco después por cuidados negligentes?

El papel del consentimiento informado

Un aspecto legal importante es el consentimiento informado. Todo procedimiento médico requiere que se te explique claramente qué se va a hacer, por qué, qué riesgos tiene, y qué alternativas existen. Tu médico debe documentar que entendiste y que aceptaste.

Si te operaron sin consentimiento informado adecuado, o si el consentimiento fue vago («se te operará de la espalda»), sin entrar en detalles, eso es negligencia legal además de médica. Buscalo en tu documentación. Si no existe o está mal hecho, es evidencia de negligencia.

¿Sufriste negligencia? Identifícalo Ahora

A estas alturas del artículo, probablemente ya sabes si algo fue mal en tu caso. Pero a veces ayuda ver todo junto, en un espacio para reflexionar. No es una prueba legal, pero es una brújula. Si muchas de estas cosas ocurrieron, la probabilidad de negligencia es alta.

Tuviste un evento claro (caída, accidente, golpe en la espalda) y el médico te vio en urgencias, pero no pidió radiografía ni TAC sin justificación documentada. Te dijeron que era «lumbago» o «contractura» directamente, sin investigar más profundamente.

Pasaron más de tres semanas entre tu primer síntoma y el diagnóstico real de fractura. Durante esas semanas sufriste dolor sin mejoría, pero nadie insistió en hacer pruebas de imagen hasta que finalmente alguien las pidió.

Te diagnosticaron fractura vertebral lumbar y te operaron rápidamente sin intentar antes tratamiento conservador. Te dijeron «necesitas cirugía» sin explicar alternativas, sin intentar reposo con ortesis, sin dar tiempo a ver si el cuerpo podía sanar por sí solo.

Tras la cirugía, las cosas empeoraron en lugar de mejorar. El dolor aumentó, aparecieron síntomas neurológicos nuevos, o simplemente no mejoraste en los plazos que te dijeron. Algunos pacientes quedan peor que antes de operar.

Surgieron complicaciones postoperatorias graves no explicadas: infección, fuga de cemento, mala colocación de tornillos, daño neurológico iatrogénico (causado por la cirugía misma).

Recibiste el tratamiento inicial, pero luego no hubo seguimiento adecuado. No te vieron en citas posteriores programadas. No te pidieron radiografías de control. No te derivaron a fisioterapia. Te dijeron «reposo» y desapareciste del sistema.

El médico no te pidió consentimiento informado detallado, o te lo pidió pero fue vago y no explicó riesgos específicos. Si buscas en tu documentación y no lo encuentras, o lo encuentras pero dice simplemente «se autoriza cirugía de columna», sin más detalles, eso es problemático.

Nadie evaluó tu riesgo de fractura antes del evento. Si tenías osteoporosis conocida, estabas tomando glucocorticoides, eras mayor de 70 años, o tenías otras condiciones que aumentaban riesgo, tu médico debería haber sido más cuidadoso y preventivo contigo.

La fractura ocurrió dentro del propio hospital, o poco después por manipulación negligente, caída en instalaciones sin seguridad, o negligencia en tu cuidado como paciente hospitalizado.

Ahora tienes secuelas significativas que limitan tu vida: incapacidad laboral, dolor crónico, limitación de movilidad, síntomas neurológicos persistentes. Y esas secuelas son desproporcionadas a lo que habría sido la evolución natural de una fractura tratada correctamente.

Si marcaste mentalmente tres o más de estos puntos, es probable que haya habido negligencia médica en tu caso. No es certeza legal, pero es una señal seria de que necesitas investigar más profundamente.

Habla con nuestras abogadas sobre posibles negligencias médicas.
¿Quieres saber si tu caso es una negligencia médica?

Pero.. ¿qué hago ahora?

Este es el momento crítico. Porque saber que probablemente sufriste negligencia es una cosa. Actuar al respecto es otra. Y el tiempo corre.

Paso 1: Reúne tu documentación médica completa

Aquí es donde la investigación comienza de verdad. Necesitas tener en tu poder toda la documentación relacionada con tu fractura y tratamiento. Esto no es solo para tu tranquilidad personal, es evidencia crucial para cualquier reclamación legal posterior.

Contacta al hospital o clínica donde te trataron y solicita tu historia clínica completa. Según la Ley 41/2002 sobre derechos del paciente en España, tienes derecho absoluto a acceder a todos tus registros médicos. Si es un hospital público, generalmente tienes derecho a ello de forma gratuita. Si es privado, pueden cobrar una cantidad razonable por fotocopias, pero no pueden negarte el acceso.

Busca en esa historia clínica: radiografías de urgencias, todos los informes de radiología (radiografía, TACRMN si las hubiera), notas de médicos, informes de enfermería, consentimientos informados, informes quirúrgicos si te operaron, notas de alta, cualquier comunicación médica. Pide que te den copias en formato digital si es posible, y también en papel. Los hospitales públicos ahora ofrecen acceso online a través de portales de paciente, así que intenta acceder allí primero.

Organiza toda esta documentación cronológicamente. Crea una carpeta física o digital con todo ordenado por fechas. Cuando hables con un abogado, esto será lo primero que quiera ver.

Además de lo médico, busca y guarda: facturas de tratamientos médicos y de fisioterapia, recetas de medicamentos, certificados de incapacidad laboral, informes de secuelas que te hayan hecho otros médicos, cualquier comunicación escrita con el hospital.

Paso 2: Busca una segunda opinión médica

Necesitas que un especialista independiente revise tu caso. Un traumatólogo o neurocirujano especializado en columna vertebral, alguien que NO sea del hospital o clínica donde te trataron originalmente.

La razón es doble: primero, necesitas entender realmente qué pasó en tu caso desde una perspectiva médica objetiva. ¿Fue realmente negligencia? ¿O fue una complicación conocida que puede ocurrir incluso con buen tratamiento? Segundo, necesitarás esta opinión como prueba si avanzas legalmente.

Busca especialistas que tengan experiencia en casos de negligencia médica o que hayan actuado como peritos. Algunos abogados especializados en negligencia médica pueden recomendarte especialistas que conocen. Lleva toda tu documentación a esta consulta: radiografías, informes, cronología de eventos.

Prepara preguntas claras: ¿Fue el diagnóstico tardío? ¿Fue adecuado el tratamiento elegido? ¿Se ejecutó correctamente? ¿El seguimiento fue suficiente? ¿Las secuelas que tengo son resultado de la negligencia o son consecuencias inevitables? Pide que el especialista documente sus conclusiones por escrito. Este documento será oro en un proceso legal.

Paso 3: Consulta con Bley Abogados

Aquí es donde entra la realidad legal. No todos los abogados sirven para negligencia médica. Necesitas uno especializado en responsabilidad civil médica o negligencia médica, que tenga experiencia comprobada en estos casos.

En Bley Abogados nos especializamos precisamente en negligencia médica relacionada con fracturas vertebrales y otras complicaciones derivadas de errores médicos. Tenemos años de experiencia evaluando casos como el tuyo, trabajando con peritos médicos independientes, y ayudando a pacientes a conseguir la compensación que merecen.

En tu primera consulta con nosotros, lleva toda la documentación: historia clínica, segunda opinión médica, cronología de eventos, descripción detallada de tus secuelas. Nos explicarás qué pasó, punto por punto. Nosotros evaluaremos si hay base legal para una reclamación.

Durante la consulta te aclaramos: si creemos que hay negligencia, cuáles son tus opciones (civil, penal, ambas), cuáles son los plazos exactos en tu caso, cuánto podría durar un proceso, y cómo funcionan los honorarios.

Paso 4: Conoce los plazos legales

En España, los plazos para reclamar por negligencia médica varían según dónde te trataron:

Si fuiste atendido en un hospital público, tienes un año desde que sufriste el daño o desde que descubriste la secuela. Un año. No es mucho. Si te operaron hace 2 años pero solo hace 6 meses descubriste que fue negligencia, tienes aproximadamente 6 meses para actuar antes de que se agote el plazo.

Si fue en una clínica o hospital privado, el plazo es de cinco años según el código civil. Más tiempo, pero aún así no es indefinido.

Si se abre un proceso penal (por lesiones graves por negligencia), el plazo es más complejo, pero generalmente entre 1 y 5 años según la gravedad.

El punto es: no esperes. Cada mes que pasa, los plazos se agotan. Si sospechas negligencia, actúa ahora. Contacta a un abogado incluso si no estás completamente seguro. Es mejor investigar y descubrir que no hay base, que dejar pasar el plazo y luego lamentar que ya no puedas actuar legalmente.

Paso 5: El proceso legal y la pericia médica

Si avanzas con denuncia o reclamación, el proceso es este: primero, tu abogado presenta la demanda. Luego, la otra parte (hospital, seguros) designa a sus propios abogados y especialistas. Finalmente, el juzgado nombra un perito médico independiente que revisará todo el caso: documentación, declaraciones, pruebas, y dictaminará si hubo negligencia.

Este perito es crucial. Su informe pericial puede ser determinante para el resultado. Es por eso que tu documentación y tu segunda opinión médica son tan importantes: permiten al perito entender bien el caso.

Los procesos de negligencia médica son lentos. Pueden tomar 1-3 años en civil. Pero si ganas, la indemnización puede ser significativa, dependiendo de la gravedad de tus secuelas, el impacto en tu vida laboral, la edad, y otros factores.

Paso 6: Prepárate para hablar de tus secuelas

A medida que avances en el proceso, necesitarás documentar bien cómo ha impactado la negligencia en tu vida. Esto se llama daño moral en términos legales, pero es mucho más que eso: es tu calidad de vida, tu capacidad laboral, tu autonomía.

Documenta: ¿Dejaste de trabajar? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Qué trabajo hacías? ¿Tuviste que cambiar de profesión? ¿Necesitas ayuda para actividades básicas? ¿Cuánto dinero gastaste en tratamientos adicionales? ¿Cómo afectó a tu vida personal, relaciones, salud mental?

Todos estos datos se usan para calcular la indemnización. Algunos casos resultan en decenas de miles de euros, otros en cantidades mayores dependiendo de la severidad. No hay fórmula exacta, pero hay baremos legales que se usan como referencia.

Tu derecho a la justicia comienza aquí

Si llegaste hasta aquí, probablemente reconociste algo de tu historia en estas páginas. Quizás varias cosas. Y eso duele, porque significa que entiendes ahora que lo que sucedió no fue casualidad, sino negligencia.

Las fracturas vertebrales lumbares son serias, pero son tratables. Diagnosticadas rápido, la mayoría mejoran bien. Tratadas correctamente, la mayoría de pacientes recuperan su vida. Seguidas adecuadamente, la mayoría evita secuelas graves que destruyen existencias.

Pero cuando falla el diagnóstico, cuando se trata mal, cuando se abandona sin seguimiento, el resultado es devastador. Te quedas con dolor crónico, limitación de movilidad, incapacidad laboral, dependencia. Y eso no fue inevitable. Fue prevenible. Y fue culpa de negligencia médica.

Lo importante es esto: no estás solo en esto. Miles de personas en España han sufrido negligencia médica por fracturas vertebrales. Algunos están litigando ahora con nosotros. Otros ya ganaron sus casos. Otros reciben indemnizaciones que les permiten afrontar sus secuelas con más dignidad. Pero todos tienen algo en común: actuaron. No se resignaron. No asumieron que «así son las cosas». Investigaron. Se documentaron. Buscaron ayuda legal en Bley Abogados.

Ese puede ser tu camino también. Pero requiere acción. Requiere valor. Requiere el primer paso: reunir tu documentación, buscar una segunda opinión, y contactar con nosotros.

Nadie sabe mejor que tú qué pasó. Nadie vive mejor que tú las consecuencias de eso que pasó. Tienes derecho a respuestas. Tienes derecho a compensación. Tienes derecho a que se reconozca que fue negligencia.

Y si no lo haces por ti, hazlo por el siguiente paciente. Porque los procesos legales exitosos establecen precedentes. Cuando ganas un caso de negligencia médica, envías un mensaje a los hospitales: esto tiene consecuencias. Y eso, lentamente, cambia cosas. Mejora la calidad de atención. Hace que los médicos sean más cuidadosos. Hace que las fracturas se diagnostiquen más rápidamente, que se traten mejor, que se sigan adecuadamente.

Tu lucha no es solo por ti. Es por todas esas personas que vendrán después.

 

Isabel-Bonilla-Abogada
Abogada derecho sanitario en  | 913 609 722

Abogada especialista en derecho sanitario y responsabilidad civil profesional, experta en valoración del daño corporal.

Licenciada en derecho y periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en práctica jurídica por el Centro de Estudios e Investigaciones Jurídicas, título especialista en Valoración del daño corporal por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Incapacidades Laborales Permanentes por el ICAM.

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