Perder la visión en un ojo no solo impacta en la salud, también cambia la forma en la que una persona se relaciona con su entorno, su trabajo y su día a día. Cuando esto ocurre a causa de un accidente, una situación evitable o una negligencia médica, es importante saber que existen derechos y compensaciones que pueden ayudarte.
Muchas personas no saben que pueden reclamar una indemnización por la pérdida de visión, o creen que el proceso es demasiado complicado. Este post está pensado para ayudarte a entender cuándo corresponde, cómo actuar y qué tener en cuenta si estás atravesando una situación así.
¿Qué se considera pérdida de visión a efectos legales?
Desde el punto de vista legal, no toda pérdida de visión se valora de la misma forma. Se tienen en cuenta factores como el grado de pérdida visual, si afecta a uno o ambos ojos, y si es permanente o reversible. También importa si esa pérdida ha sido provocada por una negligencia médica o por otro tipo de responsabilidad.
En el caso de la visión de un solo ojo, el daño se valora tanto por su repercusión física como por sus consecuencias en la vida diaria. No es lo mismo una reducción parcial que una ceguera completa en ese ojo. Por eso, cada caso debe analizarse de forma individual, con informes médicos que acrediten la situación y su evolución.
¿Cuándo corresponde una indemnización por pérdida de visión en un ojo?
La indemnización procede cuando la pérdida de visión ha sido consecuencia de un hecho que genera responsabilidad. Puede tratarse de un accidente laboral, un siniestro de tráfico, una agresión, o, como en muchos casos que tratamos, una negligencia médica.
Para que exista derecho a indemnización, es fundamental que pueda acreditarse un daño, una causa directa y una responsabilidad demostrable. Es decir, que se pruebe que la pérdida no fue un hecho inevitable, sino evitable si se hubieran hecho las cosas correctamente.
En el ámbito sanitario, esto ocurre cuando un diagnóstico tardío, una intervención mal realizada o una omisión en el seguimiento provoca la pérdida total o parcial de visión. Son situaciones en las que el paciente sufre las consecuencias de una actuación médica incorrecta.
¿Qué factores influyen en la cuantía de la indemnización?
La cuantía de la indemnización no es fija. Depende de varios factores que los tribunales o aseguradoras valoran para determinar el daño real. Uno de los más relevantes es el grado de pérdida visual, ya que no es lo mismo una merma leve que una ceguera total en un ojo.
También se tiene en cuenta la edad del afectado, su situación laboral, el impacto psicológico y cómo la lesión afecta su día a día. Por ejemplo, no repercute igual en alguien que trabaja con pantallas, maquinaria o necesita una visión precisa para su actividad profesional.
El tipo de responsabilidad también influye. No es lo mismo un accidente fortuito que un caso en el que se demuestra negligencia grave. En este último supuesto, la indemnización puede ser mayor, ya que se valora el componente de daño evitable y la falta de diligencia.
¿Cómo se calcula la incapacidad visual y su impacto laboral?
La pérdida de visión en un ojo puede suponer una incapacidad permanente parcial o, en casos más graves, una incapacidad total para ciertas profesiones. Esta valoración la realiza un equipo médico y se basa en criterios objetivos establecidos en los baremos legales vigentes.
No todas las personas afectadas ven limitada su capacidad para trabajar de la misma forma. Un conductor profesional, por ejemplo, puede quedar inhabilitado para seguir con su actividad. En cambio, otras profesiones permiten adaptarse, aunque con limitaciones. Este matiz es clave al calcular la indemnización correspondiente.
Además del aspecto físico, se considera el impacto emocional y funcional que conlleva perder visión. Dificultades en la movilidad, pérdida de autonomía o inseguridad en actividades cotidianas también se valoran al estimar el grado de afectación y su compensación económica.
Criterios para Incapacidad Permanente por Pérdida de Visión
La Seguridad Social contempla distintos grados de incapacidad permanente, en función de cómo afecta la lesión a la capacidad para trabajar. La pérdida de visión en un ojo puede dar lugar a diferentes tipos, según el impacto en la vida laboral y personal de la persona afectada.
En función del grado de pérdida y de su efecto en el ámbito laboral, se puede reconocer uno u otro tipo de incapacidad. Estos son los principales:
- La incapacidad permanente parcial se reconoce cuando la lesión reduce el rendimiento laboral en al menos un 33 %, pero permite seguir trabajando en la misma profesión. Este suele ser el caso cuando hay una pérdida significativa, pero no total, de visión en un ojo.
- La incapacidad permanente total se concede cuando la persona no puede continuar con su trabajo habitual, aunque sí puede dedicarse a otro distinto. Puede aplicarse, por ejemplo, a profesionales cuya actividad depende de una visión precisa o en entornos con riesgos.
- La incapacidad absoluta implica que la persona no puede realizar ningún tipo de trabajo. Es menos común en casos de pérdida en un solo ojo, pero podría plantearse si hay otras secuelas añadidas que limitan gravemente la funcionalidad general.
- Por último, existe la gran invalidez, reservada a quienes necesitan asistencia constante para las actividades básicas del día a día. No suele aplicarse en casos de pérdida de visión en un solo ojo, salvo si existen complicaciones muy graves asociadas.


Documentación necesaria para reclamar una indemnización
Para iniciar un proceso de reclamación, es esencial contar con documentación que acredite tanto el daño como su causa. Cuanto más sólido sea el respaldo documental, más posibilidades hay de obtener una indemnización justa. La prueba médica es, sin duda, el pilar fundamental del caso.
Se necesita un informe oftalmológico detallado que refleje el grado de pérdida visual y su evolución. Además, será clave disponer de informes médicos anteriores y posteriores al hecho que causó la lesión, para demostrar que antes no existía esa limitación.
En casos de posible negligencia médica, también se debe recopilar todo el historial clínico, partes de urgencias, consentimientos informados y cualquier actuación médica relacionada. Esta documentación permite valorar si hubo un error, una omisión o una actuación que no se ajustó a la buena praxis.
Grado de discapacidad por pérdida de visión, indemnización por baja visión y pensión por ojo vago: dudas resueltas
El grado de discapacidad visual se calcula atendiendo a varios criterios médicos y funcionales. En España, se considera que existe discapacidad reconocida cuando el grado alcanza al menos el 33 %, lo que puede dar acceso a beneficios sociales, fiscales y laborales, además de posibles pensiones o indemnizaciones.
En el caso de la pérdida de visión en un solo ojo, lo habitual es que se reconozca un grado de discapacidad del 24 % al 37 %, dependiendo del grado de afectación. Si la pérdida es superior al 50 %, el reconocimiento puede ser mayor, pero no siempre alcanza el grado mínimo exigido para acceder a una pensión por discapacidad.
La baja visión o ojo vago (ambliopía) también puede dar lugar a un reconocimiento de discapacidad, especialmente si afecta a la funcionalidad global. No se trata solo de cuántas dioptrías tiene una persona, sino de cómo esa limitación afecta a su vida diaria y capacidad para desenvolverse con autonomía.
En cuanto a la indemnización por pérdida del 50 % de visión, el reconocimiento médico es clave para demostrar la limitación real. No se trata solo de porcentajes, sino del impacto sobre el trabajo, la calidad de vida y la causa que originó la pérdida. Si hubo negligencia médica, la reclamación es aún más justificada.
Finalmente, existen sentencias que reconocen incluso la incapacidad absoluta por baja visión, sobre todo cuando afecta ambos ojos o cuando hay otros factores asociados, como enfermedades neurológicas o deterioro funcional grave. Cada caso requiere un análisis personalizado, tanto médico como jurídico.
Abogada especialista en derecho sanitario y responsabilidad civil profesional, experta en valoración del daño corporal.
Licenciada en derecho y periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en práctica jurídica por el Centro de Estudios e Investigaciones Jurídicas, título especialista en Valoración del daño corporal por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Incapacidades Laborales Permanentes por el ICAM.