Cuando acudimos al traumatólogo por una lesión, una fractura o una cirugía, confiamos en que todo saldrá bien. Pero no siempre ocurre así. Hay ocasiones en las que se cometen errores que pueden tener consecuencias graves.
Una negligencia médica en traumatología puede dejar secuelas físicas permanentes, dolores que no desaparecen o incluso empeorar la lesión original. A veces, estos errores no se detectan hasta mucho tiempo después.
Muchas personas no saben si lo que les ha ocurrido es una complicación normal o si realmente el médico se equivocó. Por eso, es importante saber cuándo puede haber negligencia, qué casos son más comunes y qué pasos se pueden dar para reclamar.
En este artículo vas a encontrar información clara y concreta sobre los errores más habituales en traumatología, cómo identificarlos y qué hacer si crees que sufriste una negligencia.
¿Qué se considera una negligencia médica en traumatología?
Una negligencia médica ocurre cuando un profesional de la salud no actúa como debería y, por culpa de ese error, el paciente sufre un daño que se podía haber evitado.
En traumatología, esto puede pasar en cualquier parte del proceso: desde el diagnóstico inicial hasta la operación, el seguimiento o la rehabilitación.
No todo error médico es una negligencia. A veces, los tratamientos no funcionan como se espera, incluso si se ha hecho todo bien. La diferencia está en si hubo una falta de cuidado, una decisión incorrecta o una omisión que cualquier otro profesional, en la misma situación, habría evitado.
Por ejemplo, no detectar una fractura en una radiografía, colocar mal una prótesis o no actuar ante una infección postoperatoria son situaciones que pueden considerarse negligencias si hubo falta de atención, experiencia o seguimiento adecuado.
Entender esto es el primer paso para saber si lo que te ocurrió fue una complicación inevitable o un error evitable.
Casos más frecuentes de negligencias médicas en traumatología
Muchas personas que han pasado por una lesión, una cirugía o una rehabilitación mal llevada sienten que algo no fue bien. Pero pocas saben que lo que han vivido podría considerarse una negligencia médica. Aquí repasamos algunos de los casos más habituales, con ejemplos claros y reales que se repiten con frecuencia en consultas legales.
Me operaron mal el fémur
Una fractura de fémur necesita una intervención quirúrgica precisa. Pero hay pacientes que, tras la operación, siguen con dolor al caminar, cojean o pierden movilidad. En muchos casos, esto se debe a que el hueso no se alineó correctamente o se usaron tornillos o placas que no eran los adecuados.
A veces, incluso la pierna queda más corta o torcida, afectando la postura y generando otros problemas a largo plazo, como dolor lumbar o desgaste en la cadera. Lo más preocupante es que muchos de estos errores se podrían haber evitado con una mejor planificación o supervisión médica.
No me detectaron la fractura a tiempo
Este caso es más común de lo que se piensa. Alguien sufre una caída, va a urgencias con un dolor fuerte, le hacen una radiografía y le dicen que no hay nada. Lo tratan como si fuera un esguince, con reposo y hielo. Pero el dolor no mejora.
Semanas después, acude a otro profesional y descubren que sí había una fractura, pero pasó desapercibida. Esa demora en el diagnóstico puede provocar que el hueso no suelde bien o no suelde en absoluto, complicando el tratamiento e incluso dejando secuelas permanentes.
Me colocaron mal la prótesis de cadera
Las operaciones de cadera, sobre todo en personas mayores, deben hacerse con extrema precisión. Si la prótesis se coloca en una posición incorrecta, el paciente puede sentir inestabilidad, dolor al caminar, sensación de que la cadera se “sale” o incluso experimentar luxaciones repetidas.
En algunos casos, la persona no vuelve a recuperar la movilidad que tenía antes, o necesita una segunda operación para corregir lo que no se hizo bien. También puede haber infecciones por falta de esterilización o por no seguir un protocolo adecuado antes y después de la cirugía.
Una intervención de este tipo debería mejorar la calidad de vida, no empeorarla. Si ocurre lo contrario, es posible que estemos ante un error médico evitable.
Mi fractura no se curó bien
Hay pacientes a quienes sí se les detectó la fractura, pero el tratamiento fue inadecuado. Les pusieron una escayola mal colocada, no les hicieron controles de seguimiento o no les explicaron que necesitaban reposo absoluto. El resultado es que el hueso no suelda bien, se desplaza o queda desalineado.
Esto puede generar dolor crónico, pérdida de fuerza, deformidades visibles e incluso la imposibilidad de usar bien esa parte del cuerpo. Muchas veces, una segunda cirugía es la única forma de corregirlo, algo que se podría haber evitado con un tratamiento adecuado desde el principio.
No me hicieron seguimiento tras la operación
Un error frecuente, aunque menos visible, es la falta de seguimiento postoperatorio. Una vez hecha la cirugía, el médico debe controlar que todo evolucione bien: que el hueso suelde correctamente, que no haya infecciones, que no se produzcan desplazamientos.
Pero en muchos casos, al paciente no se le hacen las revisiones necesarias, o no se le atiende adecuadamente cuando vuelve con síntomas. Ese abandono o desinterés puede derivar en complicaciones graves que, de haberse detectado a tiempo, habrían tenido fácil solución.
Me mandaron a rehabilitación sin estar listo
La rehabilitación es una parte fundamental del proceso, pero debe hacerse en el momento justo y de forma personalizada. Hay pacientes que son derivados demasiado pronto, con la fractura aún sin consolidar, o que reciben ejercicios genéricos que no se ajustan a su caso.
Esto puede provocar más dolor, nuevas lesiones, inflamación o incluso roturas si el hueso no estaba preparado para soportar carga. También hay quienes no reciben rehabilitación en absoluto, cuando era clave para su recuperación.
El cuerpo necesita tiempo, pero también necesita la guía adecuada en cada fase. Saltarse etapas o no dar importancia a la recuperación puede ser tan grave como una mala operación.
Señales que pueden indicar una negligencia médica en traumatología
Después de una operación, una fractura o un tratamiento traumatológico, es normal sentir molestias o pasar por un proceso de recuperación lento. Pero hay ciertas señales que no deberían pasarse por alto. A veces, esos síntomas persistentes o inesperados son una forma de decirte que algo no se hizo bien.
El dolor no desaparece, o incluso empeora
Es normal tener dolor después de una cirugía o una lesión. Pero si con el tiempo no mejora, o incluso va a más, puede ser señal de que el tratamiento no fue el correcto. El dolor constante, localizado y sin explicación clara es una de las primeras señales de alarma.
No puedes mover la zona afectada como deberías
La rigidez, la falta de movilidad o la imposibilidad de apoyar una extremidad son síntomas que, si se mantienen semanas después del tratamiento, no son normales. Puede deberse a una mala inmovilización, una fractura mal curada o un error en la rehabilitación.
Notas deformidad o cambios en la zona operada
Si una pierna queda más corta que la otra, si hay una curvatura evidente o si el hueso parece desviado, es probable que haya habido un fallo en la alineación o en la forma en que se consolidó la fractura. Estas secuelas no deberían aceptarse como parte del “proceso”.
La herida quirúrgica no cicatriza o se infecta
Una infección tras una operación puede ser una complicación médica, pero también puede ser el resultado de una mala praxis: falta de medidas de higiene, mal cierre de la herida o desatención en los cuidados postoperatorios. Si hay fiebre, supuración o inflamación, es importante que se revise cuanto antes.
Te dijeron que todo iba bien, pero tú sigues igual (o peor)
Hay pacientes que acuden a revisiones y, a pesar de seguir con molestias, el médico les dice que “es normal”. Pero tú notas que algo no está mejorando, o incluso está empeorando. Esa sensación de que no te escuchan, que tus síntomas no encajan con lo que te dicen, también es una señal de alerta.
Te operaron y luego nadie te hizo seguimiento
Si después de una intervención no se te citó para revisiones, no se te hicieron controles por imagen, o no se comprobó que el hueso estaba soldando bien, eso no es normal. La falta de seguimiento es un error más común de lo que parece, y puede tener consecuencias serias si hay complicaciones que pasan desapercibidas.


¿Crees que has sido víctima de una negligencia médica en traumatología? Podemos ayudarte
En nuestro despacho estamos especializados en negligencias médicas, y conocemos muy bien este tipo de casos. Si has pasado por una cirugía mal realizada, una fractura mal tratada o simplemente sientes que algo no se hizo como debía, estamos aquí para ayudarte.
Nuestro equipo jurídico puede analizar tu caso de forma personalizada, estudiar la documentación médica y decirte con claridad si existe una base legal para reclamar.
Sabemos que dar este paso no es fácil. Pero es importante que no normalices el dolor, las secuelas o la falta de respuesta por parte de los profesionales sanitarios. Si hubo un error, tienes derecho a que se reconozca y a que se repare el daño causado.
Ponte en contacto con nosotros y te ayudaremos a valorar tu situación sin compromiso. Estamos aquí para acompañarte, defender tus derechos y buscar la mejor solución para ti.
Abogada especialista en derecho sanitario y responsabilidad civil profesional, experta en valoración del daño corporal.
Licenciada en derecho y periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en práctica jurídica por el Centro de Estudios e Investigaciones Jurídicas, título especialista en Valoración del daño corporal por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Incapacidades Laborales Permanentes por el ICAM.